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johann karl lot · apolo, pan y marsyas · óleo 97 x 117 cm

staatliche museen · berlin

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símbolo

Apolo, el dios hermoso, y Pan, el libertino,

en la llanura donde trota el raptor equino

Se encuentran, se saludan. De andar están cansados.

El sátiro, de muslos fornidos y crinados,

Porta en sus lujuriantes barbas abejas de oro.

Por mostrar sus talentos de cabro y de dios griego,

Piruetea sobre el césped primeramente; y luego

Con las pezuñas bate rudo tambor sonoro,

Al par que entre sus dedos sopla el pífano amado

Que hace danzar las ninfas en el verdor del prado.

Apolo, el de los ojos de color de esmeralda,

El de enrizado pelo, con la lira a la espalda

y el gajo de laurel encima de la frente,

Destaca su altivez bella y adolescente.

Contrario al dios grotesco de las patas de chivo,

Apolo es melancolico, soñador, sensitivo.

Como lo esquiva Dafne, la hija de Peneo,

Romantizar un poco es ahora su deseo.

Y ambos: Apolo, dulce; y Pan, áspero y ronco,

Siéntase a dialogar junto a rugoso tronco.

Pero a tiempo en que el coro de ruiseñores pía,

Y Pan habla de amores y Apolo de poesía,

Por allá, por la linde del bosque, cautamente,

Pasa Myrra, que luce flores sobre la frente

Y un cinturón de juncos y jacintos bordado.

Y el dios inverecundo, Pan, que al fin la ha alcanzado

A ver, entre los lueñes matorrales perdida,

Respondiendo al impulso que gobierna su vida

Emprende tras la ninfa una carrera loca

Y deja al pobre Apolo con la frase en la boca.

de Escaparate Iluminado (Autobigrafía Poética) de José Isaac de Diego Padró [1959]